Poema de Ruben Darío escrito no ano de 1904, recitado por el gran Cafrune. Mais do que atual.
Ouça acompanhando a letra abaixo…
A Roosevelt- recitado por Jorge Cafrune
Es con la voz de la Biblia
o verso de Walt Whitman
que habría que llegar
hasta ti, cazador.
Primitivo y moderno,
sencillo y complicado.
Con un algo de Washington
y cuatro de Nemrod.
Eres los Estadas Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua
que tiene sangre indígena.
Que aún reza a Jesucristo
y aún habla en español.
Eres soberbia y fuerte
ejemplar de tu raza,
eres culto, eres hábil.
Te opones a Tolstoi.
Y domando caballos
o asesinando tigres,
eres un Alejandro Nabucodonosor.
Eres un profesor de energía,
como dicen los locos de hoy.
Crees que la vida es incendio.
Que el progreso es erupción.
Que en dónde pones la bala,
el porvenir pones.
¡No!
Los Estados Unidos son
potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen,
hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras
enormes de los Andes.
Si aclamáis, se oye
como el rugir del
león.
Ya Hugo a Grant le dijo:
“Las estrellas san nuestras”.
Apenas brilla, alzándose,
el argentino sol.
Y la estrella chilena se levanta.
Sois ricos.
Juntáis al culto de Hércules,
el culto de Mamón.
Y alumbrando el camino
de la fácil conquista,
la libertad levanta su antorcha
en Nueva York.
Mas la América nuestra
que tenia poetas
desde los viejos tiempos
de Netzhaulcollol,
que han aguardado las huellas
de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico
en un tiempo aprendió,
que consultó a los astros,
que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando
en Platón.
Que desde los remotos
momentos de su vida.
vive de luz, de fuego,
de perfume, de amoro.
La América del grande Moctezuma,
del inca.
La América fragante de Cristóbal
Colón,
la América católica,
la América española,
la América en que dijo el
noble Quactemoc:
“Yo no estoy en un
lecho de rosas”,
esa América,
que tiembla de huracanes
y que vive de amoro,
hombre de ojos sajones
y alma bárbara,
vive, y sueña,
y ama, y vibra,
y es la hija del Sol.
Tener cuidado,
!vive la América española!.
Hay mil cachorros
sueltos del león español.
Se necesitaría, Roosevelt,
ser Dios mismo, el
riflero terrible y el
fuerte
cazador,
para poder tenernos
en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo,
falta una cosa:
¡Dios!.